1️⃣ Empieza con el polvo. Antes de limpiar con agua o productos de aseo, es recomendable quitar el polvo de las paredes. Puedes hacerlo con un plumero, una aspiradora con un accesorio de cepillo suave, un trapo o escoba secos, especialmente en las zonas que pueden quedar marcas de muebles u otros objetos. 2️⃣ Usa un paño suave
Cuando estés listo para limpiar con agua, utiliza un paño suave y limpio. Evita usar esponjas abrasivas o cepillos que puedan dañar la pintura. 3️⃣ Prepara una solución con jabón y agua. Mezcla agua tibia con un detergente suave o jabón neutro. Evita el uso de productos abrasivos o limpiadores fuertes que puedan dañar la pintura. 4️⃣ Limpia en secciones. Antes de limpiar toda la pared, realiza una prueba en una pequeña área poco visible para asegurarte de que la pintura no se dañe y los colores no se desvanezcan. Después de hacer esta prueba, comienza por trabajar en secciones pequeñas para asegurarte de que estás limpiando de manera uniforme y no dejas áreas sin tratar. 5️⃣ Seca inmediatamente. Pasa un paño seco y limpio para evitar que el agua quede en la pintura. Recomendamos que el día que hagas una limpieza intensiva de tus paredes esté haciendo sol, debido a que el clima ayuda que el secado sea más rápido. En un día lluvioso, el proceso puede demorar más. 6️⃣ No uses productos abrasivos
Evita el uso de productos de limpieza abrasivos, como limpiadores en polvo, ya que puede rayar la pintura.
Para hacer tu vida más fácil e incluso evitar nuevos gastos económicos, es necesario que compres una pintura de calidad, que sea lavable y evite esas manchas que tanto te incomodan. Las ventajas de pintar con ellas son evidentes: garantizas un estado óptimo de las paredes por un largo tiempo, no queda ningún tipo de parche luego de limpiarlas con frecuencia y la pintura no se descascará ni se desprenderá.
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